nacido de mí
misma. Cuenco estrecho
que me hace creer
espejo, el espejismo.
Nudo del corazón
siempre deshecho,
que en cada
contrapunto se entusiasma
y olvida aquel
ritual del exorcismo.
Altar del
erotismo:
filosa dentellada
de tu verdad
negada.
Condensas en tu
máscara sombría,
tu digna
inclinación a la herejía
de abandonar mi
boca tan sedienta,
en tiempos de
sequía.
Estoy dando razón
a la tormenta.